Coches fúnebres parte del ritual de los entierros en la ciudad de Granada

En la gran sultana sus ciudadanos se despiden de este mundo de manera elegante con una tradición que data de más de 130 años. 

En la ciudad de Granada converge lo clásico y lo moderno una de esas tradiciones que aún conservan sus ciudadanos es la elegancia en sus funerales, donde cada deudo es trasladado a la iglesia y luego al cementerio a bordo de un coche fúnebre tallado en madera y halado por caballos vestidos de maya negra o blanca. 

En el cortejo el conductor de la carroza viste muy ceremonioso portando su saco, corbata y guantes, sentado de una manera erguida toma las riendas, para conducir el vehículo a un ritmo marcial por las calles de la ciudad colonial. 

El catedrático e historiador granadino Fernando López, sostiene que los funerales de esta ciudad son vistosos y llamativos, tanto para turistas nacionales y extranjeros, porque observar un ritual con un coche fúnebre acompañado de gran número de personas con rostros de condolencia con paso lento es algo que llama a lo inmediato la atención.  

“Estos entierros granadinos no son únicos en el mundo, porque en los Estados Unidos existe una ciudad ubicada en el caribe, donde los franceses introdujeron este tipo de ritual enterrando a sus muertos en carrozas, similares a los de nuestra ciudad”, enfatizó el historiador. 

La urna donde se coloca el féretro va revestida a sus alrededores de cortinas blancas que da un toque de elegancia al cortejo fúnebre que recibe todo ciudadano granadino que provenga de familia notable o clase obrera, por eso los habitantes de la gran sultana manejan el refrán que no hay entierro pobre, porque todos los dolientes piden el servicio de la carroza fúnebre en las funerarias.  

El “Conejo” más de 40 años al frente de coches fúnebres  

En Granada la mayor parte de sus habitantes conocen al tradicional “Conejo”, pero no con su nombre de pila, como José Esteban Duarte Claro, quien desde su juventud se dedicó a trabajar en las funerarias de la ciudad, como conductor de coches funerarios, a sus 86 años contabiliza que traslado en carroza a más de tres mil féretros de diferentes estratos sociales.  

“Muchos no querían ser conductor de coches fúnebres, porque tenían la idea de que iban agarrar las enfermedades de los muertos, eso es pura mentira, porque yo tengo 86 años y sigo con vida, dejé el trabajo, porque ya no tenía las fuerzas físicas necesarias, para subir a la carroza”, relata don José Esteban quien también laboró como panadero y conductor de taxi.   

José Esteban Duarte Claro, el “Conejo”, es reconocido en toda Granada. Por más de 40 años dirigió coches funerarios

Uno de los cortejos que aún guarda en su mente el famoso “Conejo”, fueron las honras fúnebres de Mariana Sánchez, conocida en como la tradicional “Marucha”, donde asegura que el pueblo se desbordó, para despedirla, porque era una mujer muy apreciada por todos los ciudadanos. 

“Yo me llené de orgullo llevar en la carroza fúnebre a una mujer que se ganó a un pueblo, porque tenía una gracia única, para bromear y tratar a sus amigos, iban varias cuadras de personas y hasta Carlos Mejía Godoy vino con su acordeón a cantarle una de las canciones que más le gustaba que era la María de los Guardias”, rememoró el tradicional cochero.  

Este hombre, que procreo siete hijos en su matrimonio, vive en una humilde casa del reparto El Rosario, sostiene que los funerales de Granada son únicos en Nicaragua, porque se despide al deudo con un toque de elegancia por las calles de la ciudad, donde el cadete debe estar vestido muy formal con un saco negro que haga transmitir el duelo a los familiares.  

“Aquí el muerto sea pobre o rico desfila en carroza fúnebre a la iglesia y luego al cementerio, espero que esta bella tradición la mantengan las futuras generaciones, porque es parte de la cultura de nuestro pueblo”, declaró el “Conejo”, quien asegura que este mote lo arrastra por su abuelo, a quienes sus amigos le llamaban así por tener orejas grandes.  

Nuevo relevo de conductores de coches fúnebres  

Miguel Raúl Corea en ocasiones asumía el trabajo que realizaba el tradicional “Conejo”, pero a medida que este personaje pintoresco iba perdiendo sus fuerzas físicas, las funerarias le asignaron en el año 2010 la misión de conducir los coches fúnebres de la ciudad colonial. 

“Yo conduzco coches turísticos, pero cuando las funerarias requieren de mi servicio, me voy a la casa a vestirme para estar acorde a la ocasión, para dar realce al cortejo fúnebre, hay días que traslado al cementerio hasta cinco féretros”, resaltó Corea. 

Miguel Raúl Corea, es el relevo de conductores de coches fúnebres. 

Miguel Raúl, de 46 años, recuerda que al inicio se conmovía el ver llorar a los familiares del deudo durante el trayecto del sepelio, pero con el tiempo se fue adaptando y convirtió este trabajo en una rutina, porque dice estar claro que el morir es parte del paso por este mundo.  

“Todos los granadinos utilizan los coches fúnebres, pero las familias con más dinero alquilan caballos más grandes y las urnas con más flores, pero todos van en coche fúnebres”, remarcó Corea. 

De acuerdo a información facilitada el costo de este servicio puede costar mil 200 córdobas un coche sencillo.  

El historiador Fernando López calcula que los coches fúnebres se sumaron al ritual de los entierros hace más de 135 años, quizás el año de 1870, donde en esa época este servicio estaba destinado a las familias de mayor poder adquisitivo.  

“No hay duda que los extranjeros introdujeron esta práctica, pero Granada la asumió como parte del ritual funerario, el coche que luego se convirtió en algo propio, aunque su origen no sea granadino ya es parte de nuestra cultura”, enfatizó el historiador. 

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