Querida Nicaragua, y pensar que hay mucha gente del gobierno, y hasta gente catalogada que ha ocupado ministerios y que son economistas de nota, que están muy contentos con la cantidad de remesas que nos llegan. Las remesas son el dinero que los migrantes nicaragüenses envían desde Costa Rica, Estados Unidos o España, o cualquier país de Centroamérica.
La mayoría de remesas vienen de Estados Unidos, España, Costa Rica, y Panamá, en la medida que se aumenta el número de remesas, aumenta también el número de hogares en riesgo de disolverse o desaparecer.
Cada hombre que por necesidad abandona el país, para irse a otra parte en busca de trabajo deja a su mujer y a sus hijos padeciendo la ausencia de un padre. Es cierto que este les mandará cada mes alguna cantidad de dinero, pero existe un enorme riesgo para ese humilde hogar, donde pobremente han vivido unidos todo el tiempo.
No hay porque alegrarse de que a Nicaragua le entre cada año más millones por las remesas, no debería de ser esto un motivo de alegría, más bien demuestra el estado de pobreza en que se encuentra la población por la falta de trabajo y demuestra algo peor, la desunión de la familia, la pérdida de un hogar conformado donde los hijos se sientan seguros con el apoyo de su padre y su madre.
Cuando veo las enormes filas de ciudadanos buscando visa frente a la embajada de Costa Rica, me entra un desasosiego inexplicable, una angustia por la tragedia ajena, por tanta gente necesitada de trabajo y que tiene que ir a buscarlo a otra parte, y me apena que cada año suba el número de dólares en remesas que envían los nicas que se fueron a trabajar a otros países.
Conozco dos casos parecidos, un buen hombre que no encontró trabajo y que tuvo que irse a Costa Rica, dejó a una mujer con dos hijos y uno por venir, encontró trabajo en la nación hermana y empezó a enviarle 100 dólares mensuales a su esposa, con esa cantidad más o menos se defendía la pobre mujer, pero pasaron los meses y esas separaciones son sumamente peligrosas y riesgosas.
El hombre encontró una compañera, una pareja en Costa Rica y empezó a vivir con ella sin olvidarse que tenía obligaciones en Nicaragua, pero en lugar de 100 dólares comenzó a mandar 50 y la pobre mujer comenzó a tener dificultades serias, ya no había dinero para comprar los útiles escolares de los niños, se les terminó el par de zapatos que tenían y tuvieron que andar descalzos, remendados, y se acostaban muchas veces con hambre.
El hombre no ha vuelto todavía y aunque manda 50 dólares tiene dos años de ausencia, prácticamente el hogar ha sido deshecho, la remesa viene pero falta lo principal que es el propio padre, y así cada nueva remesa es una familia que sufre.
De Costa Rica ningún ciudadano sale a buscar trabajo a otro país, porque en el suyo sobra el trabajo, hasta para los nicas, eso deberíamos tener nosotros, un país donde el trabajo sea la bendición para cada ciudadano, donde las familias se fortalezcan y no que se deshagan.
Un país está compuesto por la suma de su familia, la familia es el núcleo primario de la sociedad, cuando los nicas se van a buscar trabajo a otra parte, es todo el país el que sufre. Hay que cambiar esto.
¡La lucha sigue y la patria vive!
Buenos días y buenas noches Nicaragua.
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